En la sociedad actual, estamos constantemente generando datos de carácter personal como son nuestra localización, intereses, gustos, preferencias y relaciones sociales, por citar algunos.

El simple hecho de utilizar un teléfono inteligente (smartphone) o un ordenador conectado a Internet, provoca que ciertos datos puedan asociarse al usuario de estos dispositivos.

 

¿Quién, dónde y para qué se almacenan mis datos?

Estos datos son almacenados por compañías que ofrecen servicios o por los fabricantes de los productos que utilizamos y que generan estos datos.

Su destino es desconocido para nosotros, algo que suele causar inseguridad, incluso malestar. Éste suele ser un Centro de Proceso de Datos (CPD) privado o la nube (cloud), aunque en ambos casos, los datos se hallan bajo sofisticados mecanismos de seguridad (en teoría).

Y su uso suele ser, típicamente, para obtener un beneficio para la compañía que los almacena, bien por la explotación directa de los datos o por la venta de éstos a terceros.

¿Cómo perciben los individuos que esos datos personales estén en manos de estas organizaciones? Básicamente, podemos distinguir tres maneras diferentes de percibir esa misma realidad:

  • Una amenaza a la privacidad
  • Una simbiosis
  • Una oportunidad

Amenaza a la privacidad

Posiblemente, la opinión más generalizada acerca del Big Data es que, gracias a éste, los individuos vemos amenazada nuestra privacidad.

Los buscadores en Internet almacenan información acerca de nuestras búsquedas, incluido desde dónde las realizamos. Solamente con esta información y basándose en correlaciones con millones de búsquedas de otros usuarios, es posible deducir con bastante precisión información personal de los usuarios (el género, rango de edad, estado civil, zona del domicilio habitual, lugar de trabajo, itinerario seguido durante el día y un largo etcétera). Y como más busquemos en Internet, más refinado será nuestro perfil y más fácil será poder ser identificados.

Pero Internet no es la única fuente de generación de información personal. Las aplicaciones para smartphones y los diferentes dispositivos tecnológicos que nos rodean, también generan grandes cantidades de información. Ejemplos de estos dispositivos son el ordenador de un coche, pulseras medidoras de pasos, pulsómetros, contadores de la luz de última generación, etc.

Claramente, en este escenario, tanto la privacidad como el anonimato se ven comprometidos.

En el libro «Big Data. La Revolución De Los Datos Masivos» de Viktor Mayer-Schönberger y Kenneth Cukier, se habla de un caso en el cual, a pesar de haber anonimizado los datos, fue posible identificar a una persona a través de las diferentes búsquedas realizadas por ésta. Claramente, un caso de vulneración del anonimato a pesar de que los datos personales (nombre y apellido, edad, domicilio, etc.) fueron eliminados.

Sin embargo, no hace falta llegar a tal extremo. El mero hecho de que quien posee nuestros datos de actividad en Internet pueda pensar que una persona tiene la intención de comprar un ordenador portátil (esto es lo que sucede al hacer un par de búsquedas sobre portátiles, por ejemplo), suele provocar un aluvión de anuncios en las diferentes páginas web con anuncios específicos dirigidos a esa persona para que compre un ordenador portátil. Y eso puede ser identificado como una violación de la privacidad personal.

Generalmente, las empresas no tienen como objetivo principal identificar al usuario. Lo que les interesa es segmentar el conjunto de usuarios de Internet o de sus productos, para así poder dirigir campañas de marketing específicas a esos usuarios, con el fin de aumentar su efectividad. Y esto se puede traducir en una reducción de los costes y aumento de los ingresos en ventas.

A pesar de ello, el fantasma de poder ser identificado y de tener al Gran Hermano (que ya introdujo George Orwell en su novela «1984» en el año 1949) observando nuestros movimientos y decisiones, planea por encima de nuestras cabezas. Y para un grupo de gente, eso es claramente una amenaza a su privacidad.

Simbiosis

Otra manera de percibir esta realidad es la de sacar provecho de ésta. Es decir, identificar una situación de win-win entre las diferentes partes. Lo que se conoce en el mundo natural como una simbiosis.

Partamos del ejemplo anterior: La búsqueda de ordenadores portátiles en Internet. Se trata de un ejemplo real que me contó un amigo. Al hacer la búsqueda, le empezaron a aparecer anuncios con ofertas de portátiles al cabo de poco tiempo. La verdad es que fue muy útil, porque descubrió modelos de portátiles que desconocía, todos ellos con unas características muy similares al portátil que estaba buscando. Se trataba de campañas de marketing para un producto muy concreto (no aparecían portátiles con características muy alejadas de lo que buscaba), que le aportaron información muy útil para decidir sobre qué modelo comprar. Descubrió opciones que ni siquiera sabía que existían, algo que, a la postre, acabó siendo clave en su decisión final.

En este escenario, el usuario está obteniendo un beneficio del hecho de ofrecer información sobre sus intereses. Por tanto, se produce una situación en la que tanto éste, como la empresa recolectora de datos (que los utiliza para mostrar la campaña de marketing), como el propietario de la página donde aparece la campaña de marketing, como el vendedor del producto final, obtienen un beneficio.

Además, depende de cómo lo veamos, podemos pensar que este modelo de interacción, de alguna manera no solo no es una amenaza a nuestra privacidad, sino que la salvaguarda. Internet proporciona el anonimato desde el punto de vista en que no hace falta salir de casa para comprar algo. Pero cuando vamos a una tienda a mirar ordenadores (por seguir con el mismo ejemplo), todas las personas que nos han visto entrar en la tienda y los que hay dentro, pueden deducir que tenemos cierto interés en los productos ofrecidos por esa tienda. Es más, los vendedores de la tienda nos observarán y vendrán a ofrecer su ayuda cuando nos paremos frente a algún modelo. Y ellos nos verán la cara, sabrán cómo vestimos, el rango de precios de los portátiles que estamos mirando, etc. ¿Dónde está mi privacidad en ese momento?

Oportunidad

Generar ingentes cantidades de datos personales puede llegar a ser muy útil para el individuo si éste es capaz de explotar esos datos de manera inteligente.

En el artículo «Big Data no es solo para grandes empresas», ya introduje este tema en la sección «Big Data personal».

Una persona, por norma general, es consciente de sus movimientos, sus preferencias, sus amistades, sus gustos, etc. Sin embargo, el individuo no tiene la capacidad de cálculo necesaria para buscar correlaciones entre estos datos y obtener conclusiones interesantes. Podemos deducir algo, pero nunca llegaremos a la altura de los algoritmos de Inteligencia Artificial (IA).

Existe información de carácter público que desconocemos y que podría ser muy interesante para nosotros. Los algoritmos de IA amasan grandes cantidades de datos y los mezclan para deducir y predecir información para la toma inteligente de decisiones. En este escenario, ¿podemos utilizar el potencial de los datos y la IA para mejorar nuestra toma de decisiones e influir de manera positiva en nuestras vidas? La respuesta es que sí.

Aún en una fase incipiente, el Big Data personal trata precisamente de esto. El individuo debería tener acceso a toda su información personal para, a través de algoritmos de IA, poder influir de manera positiva en su vida.

Por ejemplo, si al individuo le gusta la comida vegetariana, ha hecho pagos en restaurante vegetarianos y visita páginas web de dietas vegetarianas, muy posiblemente agradecerá que su Big Data personal le informe de la apertura de un restaurante vegetariano a dos calles de su domicilio.

Éste es solamente un ejemplo de lo que el Big Data personal puede hacer. Pero las utilidades son infinitas. Tan solo hay que disponer de datos, almacenarlos y tratarlos de manera efectiva. Y eso es lo que hace Big Data.

Resumen

Vivimos en una sociedad donde la captura de información es constante. Cada vez existen más dispositivos electrónicos en nuestras vidas que miden lo que sucede a nuestro alrededor.

La captura, almacenamiento y uso de esta información para el beneficio de quien la gestiona es una realidad.

La percepción que los usuarios tienen de esta realidad suele ser de una amenaza para su privacidad. Sin embargo, existen otras maneras de ver el uso de los datos personales y su explotación mediante Big Data.

El usuario puede beneficiarse de la generación de esos datos por terceros (simbiosis), y en un futuro cercano será capaz de sacar provecho de toda esta información, obteniendo beneficios personales (Big Data personal).

La evolución tecnológica nos depara un futuro lleno de cambios. La actitud del individuo frente al cambio es lo que hace que se interprete éste como un riesgo o una oportunidad. Y tú, ¿cómo ves el futuro?

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